13 nov 2008 | By: Laura Falcó Lara

Vampiros anónimos


Lunes 3 de Noviembre de 2008

- Hola, mi nombre es Ana y soy un vampiro.
- Hola Ana. Contestaron todos a coro.
- Veréis, yo soy vampiro de cuna. No es que me mordieran de mayor y me convirtiera. Ya de bebé mordía los pechos de mi madre con ansia de sangre.
- ¿Y ahora Ana? Preguntó el psicólogo al frente del grupo.
- Ahora lo paso fatal. Desde que entró en funcionamiento la ley seca y pusieron en el super esos sucedáneos de sangre, no soy la misma.
- Ya. ¿Y que haces para superarlo?
- De todo. Me he llegado incluso a morder a mi misma en un acto de desespero.
- Deberías controlar esas reacciones.
- Ya pero... no puedo. Voy en el autobús y tengo que hacer verdaderos esfuerzos por no saltar a la yugular de alguien. De hecho, suelo mordisquearme la mano hasta que llego a mi destino.
- ¿Has probado los chiclets con sabor a sangre?
- No me hable de ellos. En uno de esos momentos de locura me llegué a tragar 5 cajas seguidas, y no me sirvieron de nada.
- ¿Tragar? Pero si son para masticar...
- Lo sé, lo sé, pero estaba tan nerviosa...
- ¿Y el nuevo sistema de donaciones especiales de Navidad?
- Sí, eso está mejor pero se limita a una vez al año.
- Hombre, es que... si la gente nos donase sangre todo el año, ¿qué sería de los bancos de sangre al uso?

Miércoles 5 de Noviembre de 2008

- ¿Quién quiere empezar hoy?
- Yo misma.
- Dime Ana, ¿Qué quieres contarnos?
- Estoy fatal doctor.
- ¿Y eso?
- Ayer por la mañana mordí al gato de mi vecina y lo tuve que llevar de urgencias.
- ¡Ana! Por Dios, que somos personas civilizadas.
- Ya pero...es la ansiedad.
- Y... ¿Lo sabe tu vecina?
- No exactamente. Le conté que me lo encontré herido y lo llevé al veterinario. Pensó que había sido un perro.
- Ya. Menos mal.
- Pero eso no es todo.
- ¿Ah no?
- Por la noche me fui de copas y me ligué a un hombre.
- Bueno, pero eso no está prohibido.
- ¿Y arrancarle un cacho de culo de un mordisco?
- ¡Dios¡, ¡Que daño!. Dijo el psicólogo con expresión de angustia.


Viernes 7 de Noviembre

- Hola, eooo... ¿puedo empezar yo?
- Bueno... vale. Dijo el psicólogo no sin un cierto temor.
- Ayer mangué la dosis de una transfusión en el hospital del centro.
- ¡Ana! Si esto sigue así tendré que tomar medidas.
- Bueno, luego me arrepentí y tras dar un lingotazo, la devolví.
- ¡Aún peor! ¿No ves que puedes infectar la sangre? ¡Esa sangre ya no se puede utilizar!
- ¡Ostras! Si lo llego a saber...
- No lo hubieses hecho ¿no?
- Hacerlo sí, pero me la hubiese tomado entera. ¡Vaya desperdicio!
- ¡Ana!


Lunes 10 de Noviembre

- Doctor. ¿Puedo hablar con usted a solas?
- Sí, dime Ana. ¿En qué puedo ayudarte?
- Verá, que me voy a dar de baja.
- ¿De baja?
- Sí. Ya estoy curada.
- Pero... ¿cómo vas ha estar curada si el viernes robaste una transfusión?
- De veras. He encontrado la solución a mi problema.
- ¿Ah si? ¿Y cuál es?
- Me he echado novio.
- ¿Y qué tiene eso de solución a tu problema?
- Pues muy fácil. ¡Mi novio es hemofílico!
- ¿Cómo?
- No sabe usted con que facilidad sangra. Y yo siempre estoy dispuesta a ayudarle.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Malvada!
ajajajajaja!

*****LOKIS***** dijo...

Jejejeje

Anónimo dijo...

has la segunda parte esta me encantoo :D

Magnus L. Hedustoki dijo...

Me fascina tu ingenio, has ganado un seguidor más.

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