El fiscal estaba estupefacto ante aquella solicitud.
“Petición de libertad para el preso que responde al nombre de unidad H4T2”
Aquello no podía estar pasando. Tan sólo hacía un mes que la unidad H4T2 había sido encarcelada y sus carceleros pedían la remisión de la pena por buena conducta. Algo extraño estaba pasando y el lo iba a averiguar.
Entró en la sala y allí estaba otra vez, con su semblante cándido e inofensivo.
El juez procedió a leer el auto con la petición de libertad y a continuación pidió al alcaide que esgrimiera sus razones.
- Verá señor juez. La unidad H4T2 ha sido un preso ejemplar. Ha estado en todo momento en disposición de ayudar a los demás presos y ha obedecido todas las normas sin ningún tipo de problemas.
- ¡Y una mierda! Exclamó el fiscal seriamente indignado por aquella afirmación.
- ¿Cómo dice? Preguntó el juez descolocado por aquella respuesta.
- A mi no me engaña. ¿Obedecer órdenes sin problemas?..jajajjajajjaj. Pero si es incapaz de acatar dos normas seguidas sin meter la pata.
- A ver, a ver…¡usted lo que pasa es que me tiene manía! Que uno vale un montón. Contestó la unidad H4T2.
- ¡Silencio en la sala! Dijo el juez indignado por aquella discusión de patio de colegio.
- Bien como iba diciendo la unidad H4T2 ha sido un ejemplo a seguir para los demás presos y creemos firmemente que deberían concederle la libertad.
Tras escuchar una larga exposición de razones por las que se debería conceder la libertad al androide, el juez se retiró a deliberar. Al cabo de quince minutos el juez regresó a la sala y la vista continuó.
- Tras examinar todos los informes creo que, decretar la libertad del preso que responde al nombre de unidad H4T2, es prematuro. Dado el motivo de su encarcelamiento sería irresponsable por mi parte dejarlo en libertad, con sólo un mes de prisión. Dictó el juez.
- ¡Noooo! Por favor… Exclamó el alcaide con la expresión descompuesta.
- ¿Perdón? Preguntó el juez.
- Usted no es consciente de lo que es tenerle cerca. ¡No puedo más!
- ¡Ve, ve como había gato encerrado! Exclamó el fiscal jactándose de tener razón.
- Vamos a ver… ¿puede alguien decirme qué está pasando? Preguntó el juez.
- Señoría, usted no se lo imagina. Este androide es como la peste. Exclamó el alcaide no sin cierta ansiedad.
- ¡Sin faltar! Que uno tiene su dignidad. Añadió la unidad H4T2.
El juez, sorprendido por aquella escena le pidió al alcaide que se explicara.
- Vamos a ver. ¿Cuál es el problema?
- ¿Problema? Dirá usted que cuál no es el problema. Tan sólo llegar al centro provocó un incendio en su propia celda al hacer una hoguera con un colchón porque según dijo, “tenía frío”.
- ¡Con lo poco que les costaría poner un calefactor por celda! Exclamo H4T2
- A finales de esa semana, envenenó a la mitad de los presos porque decidió colaborar altruistamente con la cocinera y en vez de sal, echó sosa cáustica a la sopa. Dijo el alcaide llorando de pura desesperación.
- ¿Es que a quién se le ocurre poner la sosa cáustica en la cocina? Contestó la unidad H4T2.
- ¡Silencio! Exclamó nuevamente el juez.
- ¡Este lunes se cargó una tubería y dejó a todo el centro sin agua caliente!
- Vamos a ver, eso de que me cargué... es discutible. Yo sólo me apoyé sobre la tubería y ¿quién iba a decirme que esta iba a ceder? Interrumpió H4T2.
- ¿Quién? ¿Acaso no se da cuenta que su estructura metálica no es precisamente liguera? Increpó el alcaide.
- ¡Silencio por segunda vez! Gritó el juez.
- Y encima, si aún no teníamos bastante, se coló en mi despacho y envió un mail a todas las mujeres de los funcionarios del centro invitándolas a una jornada de puertas abiertas al mes.
- Bueno... para familiarizarnos un poquito y tomar el té. ¿Qué mal hay en eso? Apuntó H4T2.
- ¿Cómo? Pero... Dijo el juez tratando de digerir aquel cúmulo de despropósitos.
En aquel momento, de la boca del fiscal salió una enorme risotada.
- No entiendo que daño he hecho. ¡Ellas estaban encantadas! Contestó H4T2.
- ¡¿Pero usted cree que puedo tener a veinte mujeres haciendo calceta y tomando el té en la mitad de patio de la prisión?! Exclamó el alcaide fuera de si.
- ¡Silencio por última vez! Dijo el juez levantándose de su asiento y golpeando con el mazo sobre la mesa.
De pronto, el alcaide se puso de rodillas frente al juez y arrastrándose empezó a lloriquear.
- ¡De veras, haga algo! ¡Esto no puede seguir así! Me va la salud en ello... créame.
- ¡Levántese, por Dios! Exclamó el juez sobrepasado por aquella situación inaudita.
El fiscal, con los ojos llenos de lágrimas, se retorcía de la risa en su asiento. Entonces, empezó a toser de forma compulsiva, como si se estuviese ahogando. Sin pensarlo dos veces, la unidad H4T2 saltó de su asiento y se lanzó sobre el fiscal exclamando, como si de un torero se tratase:
- ¡Dejadme solo!, ¡Que yo he hecho un cursillo de primeros auxilios!
El Alcaide, horrorizado y temiendo lo peor, se interpuso en su camino tratando de impedir tal hazaña pero, cuando quiso darse cuenta, H4T2 lo lanzó a la otra punta de la sala de un empujón. Luego, aquel androide saltó encima del fiscal practicándole el boca a boca y un masaje cardíaco. Al cabo de una hora, el Alcaide y el fiscal ingresaban en el hospital más cercano; el uno con fractura de pelvis y el otro con taquicardia y dos costillas rotas.
3 comentarios:
un relato muy curioso.
¿Has leído Shopping y Invasión? Lo digo porque es una continuación
No veas, "Vaya tío Más Manazas" un auténtico "GAFE en Potencia", ja,ja,ja,ja... Estupendo Relato "Láura" (Vaya Telita, me imagino la Escena, y no paro de reirme).-
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