Llevaban dos días en alta mar. Nada era comparable a la paz que se podía sentir tumbado sobre la proa del velero. El silencio, interrumpido sólo ocasionalmente por las olas rompiendo contra el casco de la nave, lo invadía todo. Acostumbrados a los ruidos de la gran ciudad, aquella tranquilidad era realmente paradisíaca. Tras echarse una breve siesta sobre la proa de la embarcación, Frank se incorporó y girándose hacia Sergio le comentó:
- Esta vez si es por Ágatha no vengo.
- ¡No jodas! Este viajecito es sagrado.
- Eso le dije yo.
- ¿Y qué mosca le ha picado ahora?
- No sé. Decía que tenía un mal presentimiento, o algo así. La verdad es que no le hice demasiado caso.
- No te esfuerces. No hay quien entienda a las mujeres.
- ¿Hace un poquito de esquí? Preguntó Frank cambiando de tema.
- Sí. Has tenido una buena idea.
- ¡No jodas! Este viajecito es sagrado.
- Eso le dije yo.
- ¿Y qué mosca le ha picado ahora?
- No sé. Decía que tenía un mal presentimiento, o algo así. La verdad es que no le hice demasiado caso.
- No te esfuerces. No hay quien entienda a las mujeres.
- ¿Hace un poquito de esquí? Preguntó Frank cambiando de tema.
- Sí. Has tenido una buena idea.
Tras dos largas horas practicando el esquí acuático y viendo que el anochecer se acercaba, Sergio decidió que ya era hora de dirigirse a tierra firme. El cabo de buena esperanza no estaba demasiado lejos así que, en un par o tres de horas podían plantarse allí.
Debía quedarles una hora de trayecto a lo sumo, cuando a lo lejos, teñido por los rojos reflejos del atardecer, vieron un viejo galeón navegando a la deriva.
Debía quedarles una hora de trayecto a lo sumo, cuando a lo lejos, teñido por los rojos reflejos del atardecer, vieron un viejo galeón navegando a la deriva.
- ¿Has visto eso? Preguntó Sergio
- Parece sacado de un cuento de piratas.
- Es extraño, sí.
- ¿Habías visto alguna vez un barco de esas características fuera de un museo?
- Que va. Exclamó Sergio pensativo.
Mientras, aquel extraño barco fue acercándose lentamente.
- Estaba pensando...no, no puede ser. Dijo Frank
- ¿Qué es lo que no puede ser?
- ¿Has oído hablar de la leyenda del “Holandés errante” ?
- No. No me suena de nada.
- Verás, según cuentan el “Holandés Errante” era un fabuloso galeón capitaneado por Hendrick Vanderdecken en 1680 durante un viaje de Ámsterdam a Batavia. La leyenda cuenta que la nave de Vanderdecken se encontró sin poder remediarlo con una fuerte tormenta cerca del cabo de buena esperanza; es decir, a donde nos dirigimos nosotros. Por lo visto, Vanderdeckem desafió a la tormenta y como resultado la nave se hundió y todos sus hombres murieron con él.
- ¿Y eso que tiene que ver ahora con ese barco?
- Pues por lo visto, como castigo a su arrogancia, Vanderdecken y su barco fueron condenados a navegar cerca del cabo para toda la eternidad. De hecho, los marinos de la zona cuentan que muchos han visto al barco navegando a la deriva. Dicen que el galeón se ha convertido en un fantasmagórico heraldo del infortunio; la epítome indiscutible de una embarcación maldita. Es más, muy pocos de los testigos que perjuran haberse topado con semejante barco fantasma, han sobrevivido para contarlo.
- ¿Pretendes decirme que estamos frente a un barco fantasma?..jajajajajaja.
- Sólo digo que es una leyenda local que viene que ni pintada.
- Parece sacado de un cuento de piratas.
- Es extraño, sí.
- ¿Habías visto alguna vez un barco de esas características fuera de un museo?
- Que va. Exclamó Sergio pensativo.
Mientras, aquel extraño barco fue acercándose lentamente.
- Estaba pensando...no, no puede ser. Dijo Frank
- ¿Qué es lo que no puede ser?
- ¿Has oído hablar de la leyenda del “Holandés errante” ?
- No. No me suena de nada.
- Verás, según cuentan el “Holandés Errante” era un fabuloso galeón capitaneado por Hendrick Vanderdecken en 1680 durante un viaje de Ámsterdam a Batavia. La leyenda cuenta que la nave de Vanderdecken se encontró sin poder remediarlo con una fuerte tormenta cerca del cabo de buena esperanza; es decir, a donde nos dirigimos nosotros. Por lo visto, Vanderdeckem desafió a la tormenta y como resultado la nave se hundió y todos sus hombres murieron con él.
- ¿Y eso que tiene que ver ahora con ese barco?
- Pues por lo visto, como castigo a su arrogancia, Vanderdecken y su barco fueron condenados a navegar cerca del cabo para toda la eternidad. De hecho, los marinos de la zona cuentan que muchos han visto al barco navegando a la deriva. Dicen que el galeón se ha convertido en un fantasmagórico heraldo del infortunio; la epítome indiscutible de una embarcación maldita. Es más, muy pocos de los testigos que perjuran haberse topado con semejante barco fantasma, han sobrevivido para contarlo.
- ¿Pretendes decirme que estamos frente a un barco fantasma?..jajajajajaja.
- Sólo digo que es una leyenda local que viene que ni pintada.
De pronto, sonó el teléfono móvil de Frank.
- ¿Sí, diga?
- ¿Frank?
- Sí
- Hola cariño. ¿Va todo bien?
- Hola amor. Sí, todo bien. Estamos casi llegando al cabo de buena esperanza.
- Ya, y...¿estáis solos?...quiero decir, ¿No hay ningún otro barco ahí?
Frank frunció el ceño extrañado por aquella pregunta.
- ¿Por qué preguntas eso?, Ágatha...¿qué ocurre?
- Verás, es que soñé que había un barco antiguo que os perseguía y luego vuestro velero naufragaba y...ya sé que no tiene ningún sentido pero...
Frank miró hacia el barco que se acercaba, pero esta vez no sin un cierto temor.
- No temas cariño. Estamos bien. Eso es tan sólo un sueño sin importancia.
- ¿Frank?
- Sí
- Hola cariño. ¿Va todo bien?
- Hola amor. Sí, todo bien. Estamos casi llegando al cabo de buena esperanza.
- Ya, y...¿estáis solos?...quiero decir, ¿No hay ningún otro barco ahí?
Frank frunció el ceño extrañado por aquella pregunta.
- ¿Por qué preguntas eso?, Ágatha...¿qué ocurre?
- Verás, es que soñé que había un barco antiguo que os perseguía y luego vuestro velero naufragaba y...ya sé que no tiene ningún sentido pero...
Frank miró hacia el barco que se acercaba, pero esta vez no sin un cierto temor.
- No temas cariño. Estamos bien. Eso es tan sólo un sueño sin importancia.
Tras colgar el teléfono, Frank volvió a mirar al barco y dirigiéndose a Sergio dijo:
- Esto no me gusta.
- ¿El qué?
- Ágatha a soñado con ese barco y con esta situación. Algo me dice que debemos alejarnos de él.
- Pero bueno. Esto es lo que faltaba. ¿No jodas que vas a creer en sueños premonitorios?
- Mira, ni creo, ni dejo de creer pero por prevenir... Enciende el motor y lleguemos cuanto antes a tierra firme.
- Yo paso tío. No voy a dejar que Ágatha me fastidie el atardecer.
- Bien, lo respeto pero yo, con tu permiso, te espero en tierra. Dijo Frank soltando los cabos de la lancha de salvamento.
- Como quieras. Nos vemos luego.
- ¿El qué?
- Ágatha a soñado con ese barco y con esta situación. Algo me dice que debemos alejarnos de él.
- Pero bueno. Esto es lo que faltaba. ¿No jodas que vas a creer en sueños premonitorios?
- Mira, ni creo, ni dejo de creer pero por prevenir... Enciende el motor y lleguemos cuanto antes a tierra firme.
- Yo paso tío. No voy a dejar que Ágatha me fastidie el atardecer.
- Bien, lo respeto pero yo, con tu permiso, te espero en tierra. Dijo Frank soltando los cabos de la lancha de salvamento.
- Como quieras. Nos vemos luego.
Pasaron cinco horas hasta que Frank dio el aviso. Las lanchas de la guardia costera recorrieron toda la zona durante varios días, pero “El Galiante” y Sergio nunca aparecieron. Tras pasar varios días acompañando a la familia de Sergio, Frank y Ágatha regresaron a casa.
- Amor. Hay una carta un tanto extraña para ti. Exclamó Ágatha mientras cerraba nuevamente el buzón.
Frank cogió extrañado aquella peculiar misiva. Era un sobre grande lacrado, parecido a los que se usan para las invitaciones de boda. Sin embargo este, además de no llevar remitente, parecía viejo, rancio, antiguo. La dirección estaba escrita a mano, con letras góticas sumamente elaboradas. Lo abrió con cuidado y extrajo de su interior un pergamino escrito con pluma.
“ Esta vez has conseguido escapar; estas en deuda conmigo. Si tu vida quieres conservar, procura no volverte a izar a la mar. Te estaré esperado.
“ Esta vez has conseguido escapar; estas en deuda conmigo. Si tu vida quieres conservar, procura no volverte a izar a la mar. Te estaré esperado.
Hasta pronto,
Hendrick Vanderdecken”
Frank no volvió a subirse a un barco en toda su vida.
1 comentarios:
¡¡¡ Genial, me ha encantado la LEYENDA DEL HOLANDÉS ERRANTE, adaptada a la ACTUALIDAD !!!
http://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=B51o1LHYKXw
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