22 feb 2013 | By: Laura Falcó Lara

Profecías

Cada mañana pasaba frente a ella pero aquella, decidió entrar. Absorto miró fijamente al muro que albergaba aquel último agujero, sacó su cámara e hizo unas cuantas fotos.


― ¡Ya sólo falta uno! ―Suspiró luego, algo inquieto sabiendo que aquello, lejos de lo que pudiese pensar la gente de la calle, no iba en broma.

Mientras abandonada la nave central de la Basílica de San Pablo Extramuros, Luís repasaba en su mente toda la información que poseía. Aquellos días habían sido una locura, incluso para aquellos más escépticos. Cuando Benedicto XVI hizo pública su retirada los hechos se sucedieron de forma trepidante. Primero fue lo de aquel aparatoso rayo sobre la Cúpula del Vaticano, luego las sospechas sobre los motivos reales de su claudicación, después aquel inoportuno meteorito sobre suelo ruso y ahora aquel molesto seísmo en Roma. Miró al cielo en busca de respuestas; sólo esperaba que Paolo Gabriele, el ex mayordomo del Papa, pudiese aclararle algunas cosas. Cualquier información sería de ayuda para poder terminar de escribir su libro.

El espacio destinado a las visitas no era demasiado cómodo y la vigilancia continua, pero nada de eso iba a desmotivarle.

―Imagino que uno no se acostumbra a esto. ―Dijo mirando a Paolo no sin una cierta pena.
―No crea, al menos aquí nadie trata de controlar mis opiniones. ―Respondió él. ― ¿Qué le trae por aquí después de tanto tiempo?
― ¿Qué sabe a cerca de San Malaquías?
― ¿Ha venido hasta aquí para preguntarme por profecías? ―Apuntó con ironía.
― Usted sabe a qué he venido.
―Yo ya no estoy ahí, hace meses que no sé nada de lo que se cuece entre esas paredes.
―Estoy seguro que todo esto no empezó ayer.

Paolo sonrió dando entender que estaba en lo cierto.

― ¿Está seguro de querer saber más?
―Soy todo oídos.

Tras una breve pausa empezó a contar lo que sabía.

― El tema empezó con Juan Pablo II y con los malditos secretos de Fátima. Visto lo visto, empiezo a creer que aquellos niños vieron realmente a la virgen.
―Hablamos del tercer secreto ¿no?
―Sí, aquel del que tan sólo desvelaron una parte insignificante.
― ¿Y qué es realmente lo que contenía?
―Algo así como una pesadilla.

Luis le miró circunspecto, sin terminar de entender sus palabras.

―Todos pensaban que con Juan Pablo se había terminado, que habían sido capaces de interrumpir aquello; pero no.
― ¿Interrumpir qué?
―El fin de la iglesia, el fin de Roma, el fin los tiempos. Imagino que todos tendemos a pensar que cuando alguien cambia un evento trascendental en una sucesión perfecta de hechos, el final ha de cambiar necesariamente . La mayoría pensó que si evitaban el asesinato del Santo Padre el resto desaparecería. Pero no fue así.
― ¿Entonces el tercer secreto desvelaba el intento de asesinato de Juan Pablo II?
― Ese era el menor de los males. La progresión de hechos ha continuado y me temo que pese a la renuncia de Benedicto, nada la va a parar. El atentado de las torres gemelas, las catástrofes naturales, la pedofilia en el seno de la iglesia, la corrupción mundial, el desmoronamiento del capitalismo, los meteoritos y por último la llegada de Pedro el Romano.
― Pero… ¿la renuncia de Benedicto dónde encaja?
― Según el tercer secreto Benedicto morirá antes de un año asesinado a manos de Pedro el Romano, el que después se proclamará su sucesor. Renunciando a su cargo Benedicto obliga a adelantar el cónclave pudiendo controlar el proceso y a su posible reemplazo. Por otro lado, esto hace que se incumpla otra de las condiciones; que un asesino llegue a ser Papa.
― ¿Y si lo matan igualmente?
―Bueno, en teoría, mientras no haya fumata él sigue siendo el Papa y en cualquier caso, aunque renuncie y otro asuma el cargo, el seguirá siendo “un Papa “hasta su muerte.
― ¿Y qué se supone que va a ocurrir con Pedro el Romano?
―Primero, más catástrofes naturales y en particular un terremoto que arrasará Roma y el Vaticano. Luego, una terrible guerra de oriente contra occidente que dejará al mundo pendiente de un hilo.
―Contra el islam.
―No, en absoluto. Será China, el gigante dormido, quien se levantará en armas contra Estados Unidos y junto con ella Rusia e Irán. Se iniciará así la tercera guerra mundial. Los países tomarán partido dividendo nuestro mundo y sumergiéndonos en la peor guerra de nuestra historia.
― ¿Aún hay más?
― Lamentablemente sí. Por si todo esto no era suficiente, la ira de Dios terminará con nuestro planeta en el 2036, cuando Apophis, ese asteroide al que apenas prestamos atención, se estrelle contra nosotros. Nadie sobrevivirá al impacto.

Luis miraba a Paolo atónito. Si realmente creía en todo aquello ¿cómo podía estar tan tranquilo?

― ¿Cómo puedes estar tan…
―La visita ha terminado. Dijo el guardia acercándose a ellos.
―Porque sé que no se puede cambiar. ―Respondió él mientras se alejaba maniatado por el pasillo.



Luís llegó a casa pensativo. ¿Creía realmente todo lo acababa de oír?, ¿Sería capaz de escribir aquel libro? Sintió que sobre sus hombros habían depositado una gran responsabilidad y las consecuencias de hacer pública aquella información eran impredecibles. Las palabras de Paolo regresaron a su mente en forma de afilado cuchillo que difícilmente le dejarían dormir aquella noche“― ¿Está seguro de querer saber más? “ Se preparó un bol de ensalada y, sentado en su viejo chesterfield, encendió el televisor tratando de relajarse.

“El mundo ha enmudecido tras conocer las últimas noticias que nos llegan desde el Vaticano. Joseph Ratzinger ha aparecido muerto en sus dependencias a última hora de esta mañana. Las primeras investigaciones apuntan a un posible envenenamiento. Los gobiernos de todo el mundo se muestran consternados ante la noticia.”

Como en un acto reflejo Luis se incorporó de pronto, como en trance y, sin dudarlo, sacó su única y vivida maleta del armario de la entrada.

― ¿África?, ¿Sud América?, ¿Australia? ―Se preguntaba mientras iba amontonando su ropa fuera del armario.

Entonces, paró en seco, tomó aire y se sentó cabizbajo en la esquina de su cama.

― ¿A quién quiero engañar? No hay a donde ir. ―Exclamó para sus adentros. ―Si todo sigue su curso en breve el mundo se convertirá en un infierno.

Y nuevamente aquella maldita pregunta a la que debió responder que no, volvió a su mente “― ¿Está seguro de querer saber más? “

Abatido, Luis abrió el balcón, miro al cielo con tristeza y subiéndose a la barandilla exclamó:

― No,  ¡no quiero saber nada más!

7 comentarios:

Jeremías Wayne dijo...

Me has tenido enganchado hasta el final, que, por cierto, no me esperaba. En cuanto a lo que has comentado sobre la futura guerra mundial, yo siempre he creído que podría llegar de una manera similar a como bien lo has escrito, de manos de norteamericanos y chinos. Sobre todo, desde que China empezó a despuntar. Ciertamente, los temas que has tratado son muy interesantes, al menos para mí, y has sabido hacerlos tuyos y tejerlos en un relato impecable. De hecho, con la renuncia del Papa (el programa de Íker Jiménez me terminó de matar), últimamente daba vueltas al asunto de vez en cuando.
Por cierto, tienes un bonito blog, que ya iré visitando cuando tenga más tiempo. Yo abrí uno hace poco, de relatos de terror escritos por mí, y te invito a que pases cuando quieras (disculpa si lo encuentras un poco, digamos, espartano, todavía lo estoy "tuneando").
Bueno, y no me extiendo más, que si no esto va a ser más largo que el propio relato.

Un saludo, nos leemos.

Laura Falcó Lara dijo...

Hola Jeremías,

Me alegro que te haya gustado. Es un tema que da para mucho.
No dudes que me pasaré por tu blog.

Un abrazo,

Laura

Danistov dijo...

Que malvada eres Laura, que forma de acongojarnos :)

Laura Falcó Lara dijo...

Jajaja...será posible?

Jon Igual dijo...

Me ha entrado un agobio... Intentaré disfrutar el tiempo que nos queda ;)
Me ha gustado mucho.
Un saludo.

Laura Falcó Lara dijo...

De eso se trataba, de crear inquietud y agobio...;-)

Rodrigo Louvre dijo...

Me ha encantado. Nunca te habia leido y...espero que los dias me regalen pequeños huecos para seguirte.
Saludos

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