21 ene 2010 | By: Laura Falcó Lara

Ana




Como cada sábado Brandon llegó montado en su moto a la puerta de la discoteca. A sus veintidós años estaba acostumbrado a que todas las niñas se volviesen locas al verle llegar. Las horas de gimnasio y una naturaleza ciertamente privilegiada, le habían convertido en uno de los chicos más populares del momento. Se quitó el casco y miró a su alrededor buscando nuevas víctimas con las que saciar su ego. Allí estaba ella, con su blanco y etéreo vestido de gasa, apoyada en uno de los muros de la sala. Era un chica distinta a las demás. Su tez pálida y angelical, sus largos y hermosos cabellos rubios y aquellos ojos turquesa que parecían esculpidos con un puñado de mar, le deslumbraron. A diferencia del resto de chicas, aquel ángel parecía no percatarse de su presencia. La siguió hasta el interior de la sala y armándose de valor, se acercó a ella. Enseguida surgió el flechazo y tras pasarse toda la noche bailando y hablando, Brandon se ofreció para acompañarla a su casa. Por primera vez en mucho tiempo, Brandon sitió que acababa de conocer a una mujer que realmente le podía interesar.

Al fin de semana siguiente Ana y Brandon se volvieron a ver en el mismo lugar. Sin embargo, esta vez Brandon se percató de que Ana en ambas ocasiones estaba sola y empezó a hacerle preguntas que parecieron incomodarla. ¿Cómo había llegado hasta la discoteca sin medio de trasporte?, ¿Desde cuándo una chica iba sola, sin amigas o amigos a un local? Ana esquivó hábilmente las preguntas, pero Brandon se percató de que había algo extraño en aquella chica, algo que le hacía desconfiar. Pasaron las horas y nuevamente Brandon la acompañó hasta su casa, esperando volverla a ver. A diferencia de lo que hubiese hecho otras muchas veces, Brandon no trató de besarla y aún menos de propasarse con ella; esta vez la chica le importaba de verdad y quería hacer las cosas bien.

Cuando Ana ya se disponía a entrar en su casa, miró a Brandon de reojo y, con una sonrisa pícara, retrocedió hasta donde el estaba. Luego, agarrándolo con dulzura por el cuello, le besó. Brandon, que no salía de su asombro, sintió de un remolino de emociones hasta entonces desconocidas, le embargaba. Entonces ella, tomando sus manos entre las suyas le dijo:

-Tu no eres como los demás. Que lástima que no te conociese antes.

Sin darle apenas tiempo a pronunciar una sola palabra, Ana entró en la casa.

Pasaron dos largas semanas y Brandon, viendo que Ana no aparecía nuevamente por la discoteca, decidió ir a buscarla. Aquella chica había conseguido despertar algo en él y no iba a dejar que se le escapase tan fácilmente. Sin embargo, aquella tarde, el camino hasta la casa le pareció más abrupto y selvático que las últimas veces. Parecía como si hiciera mucho tiempo que nadie podaba los árboles, ni arrancaba las malas hierbas. Pero su sorpresa iba a ser aún mayor al descubrir que, la bonita casa donde vivía Ana, no era más que una vieja y decrépita casa en ruinas. Sorprendido, Brandon descendió de la moto y sin dar crédito a lo que sus ojos le mostraban, entró en aquella casa tratando de hallar una explicación. Tan sólo entrar un fuerte y desagradable olor le impactó. La casa estaba destrozada, llena de cascotes y muebles rotos, como si llevase años deshabitada. Con cuidado, fue avanzando por los pasillos mientras que su desconcierto y aquel nauseabundo olor iban en aumento. Fue en ese instante que, al entrar en lo que un día fue una habitación, encontró varios restos de cuerpos en claro estado de descomposición. Asustando, Brandon salió corriendo de la casa y llamó a la policía.

Una vez en comisaría Brandon trató de explicar lo que había ocurrido y porque había ido hasta aquel lugar. Sin embargo, al explicar aquella rocambolesca historia, nadie le creyó. Nadie salvo el viejo detective Logan que, tras oír de refilón la narración del chico, se acercó a él y le dijo:

-¿Hablas de Ana Cuevas?
-¿Perdón? Contestó Brandon.
-La leyenda de Ana es muy conocida en la zona.
-¿La leyenda?
-Sí. Ana Cuevas era una chica guapísima que vivía con su madre en la vieja casa abandonada al sur de Easthill. Una noche, cuando volvía de la discoteca, apareció muerta en un descampado cercano a la casa. Alguien había abusado de ella y la había asfixiando después. Nunca se encontró al culpable. Tras aquello su madre cerró al casa y se fue para siempre del pueblo. La leyenda dice que Ana pasa las noches buscando chicos que, como aquel, quieran abusar de ella para matarlos, pero lo cierto es que jamás había conocido a nadie que afirmara haberse encontrado con ella.

Brandon no podía creer lo que estaba oyendo. Entonces Logan entró en su ordenador y, para sorpresa de Brandon, le enseño el expediente del asesinato.

-¡No, no es posible! Exclamó Brandon impresionado por las imágenes. ¡Ana está viva, yo la ví!
-Si no me crees, compruébalo por ti mismo. Ana está enterrada en el cementerio local.

Brandon salió de allí y se fue directo al cementerio. Necesitaba verificar aquello y no tardó demasiado en toparse con la cruda realidad. Allí, en su lápida, una foto de Ana le demostraba que efectivamente, Ana estaba muerta. Con los ojos repletos de lágrimas, Brandon no podía dar crédito a lo que le estaba pasando. Entonces, una mano se posó sobre su hombro y la voz de Ana sonó nuevamente para él:
-Gracias por enseñarme que no todos los chicos son iguales. Ahora sí que puedo descansar en paz.

Cuando Brandon giró la cabeza, Ana se desvaneció como si de niebla se tratase.

Pasaron los días y por fin las autopsias de los chicos encontrados en la casa de Ana vieron la luz. Al parecer, aquellos cuerpos correspondían a los de varios chicos que habían desparecido en la zona durante los últimos años. Por lo visto, las autopsias revelaban que los chicos habían sido misteriosamente asfixiados, mientras se encontraban en actitudes claramente sexuales. Sin embargo, no había ni rastro del posible asesino, ni pista que la policía pudiese seguir. Tan sólo Brandon y Logan sabían a ciencia cierta quién era responsable de aquellas muertes.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Si decides lanzarte a hacer un libro con tus relatos, no dudes en avisar para hacer la cola en la libreria!

MW.

Laura Falcó Lara dijo...

Con comentarios así dan ganas de probarlo. Gracias

hln dijo...

SUPER GUAY!!! LAURA.
QUE CHEVERE!!!
ME ENCANTO TU HISTORIA Y A DECIR VERDAD APOYO AL PRIMER COMENTARIO. SERIA ESTUPENDO TENER UN LIBRO TUYO CON TODAS ESAS HISTORIAS TAN FANTASTICAS QUE ESCRIBES. ERES SUPER!

Anónimo dijo...

esta muy bueno el relato, comence a leer tus relatos en escalofrio.com pero ya tu blog esta en marcadores en firefox y favoritos en explorer jeje, el relato es interesante y atrapa hasta el final, tu fan Número 2 (xD)
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Laura Falcó Lara dijo...

Muchas gracias a todos. Es un placer escribir con lectores así ;-)

qylicos dijo...

Le das un giro interesante a una leyenda urbana muy conocida. Enhorabuena por éste y por todos tus relatos.

*****LOKIS***** dijo...

Esta super buena tu historia como siempre te felicito ;)

Peter Mathius dijo...

Muy Buena História, ojalá se hiciera realidad con todas aquellas personas que violan y matan a chicas en la vida real, y clamaran justícia dichas víctimas con sus acosadores y maltratadores, porque si tenemos que depender de la justícia actual, ya vemos que poco hay que hacer :(

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