Cada mañana pasaba frente a ella pero aquella, decidió entrar. Absorto miró fijamente al muro que albergaba aquel último agujero, sacó su cámara e hizo unas cuantas fotos.
― ¡Ya sólo falta uno! ―Suspiró luego, algo inquieto sabiendo que aquello, lejos de lo que pudiese pensar la gente de la calle, no iba en broma.
Mientras abandonada la nave central de la Basílica de San Pablo Extramuros, Luís repasaba en su mente toda la información que poseía. Aquellos días habían sido una locura, incluso para aquellos más escépticos. Cuando Benedicto XVI hizo pública su retirada los hechos se sucedieron de forma trepidante. Primero fue lo de aquel aparatoso rayo sobre la Cúpula del Vaticano, luego las sospechas sobre los motivos reales de su claudicación, después aquel inoportuno meteorito sobre suelo ruso y ahora aquel molesto seísmo en Roma. Miró al cielo en busca de respuestas; sólo esperaba que Paolo Gabriele, el ex mayordomo del Papa, pudiese aclararle algunas cosas. Cualquier información sería de ayuda para poder terminar de escribir su libro.
El espacio destinado a las visitas no era demasiado cómodo y la vigilancia continua, pero nada de eso iba a desmotivarle.
―Imagino que uno no se acostumbra a esto. ―Dijo mirando a Paolo no sin una cierta pena.
―No crea, al menos aquí nadie trata de controlar mis opiniones. ―Respondió él. ― ¿Qué le trae por aquí después de tanto tiempo?
― ¿Qué sabe a cerca de San Malaquías?
― ¿Ha venido hasta aquí para preguntarme por profecías? ―Apuntó con ironía.
― Usted sabe a qué he venido.
―Yo ya no estoy ahí, hace meses que no sé nada de lo que se cuece entre esas paredes.
―Estoy seguro que todo esto no empezó ayer.
Paolo sonrió dando entender que estaba en lo cierto.
― ¿Está seguro de querer saber más?
―Soy todo oídos.
Tras una breve pausa empezó a contar lo que sabía.
― El tema empezó con Juan Pablo II y con los malditos secretos de Fátima. Visto lo visto, empiezo a creer que aquellos niños vieron realmente a la virgen.
―Hablamos del tercer secreto ¿no?
―Sí, aquel del que tan sólo desvelaron una parte insignificante.
― ¿Y qué es realmente lo que contenía?
―Algo así como una pesadilla.
Luis le miró circunspecto, sin terminar de entender sus palabras.
―Todos pensaban que con Juan Pablo se había terminado, que habían sido capaces de interrumpir aquello; pero no.
― ¿Interrumpir qué?
―El fin de la iglesia, el fin de Roma, el fin los tiempos. Imagino que todos tendemos a pensar que cuando alguien cambia un evento trascendental en una sucesión perfecta de hechos, el final ha de cambiar necesariamente . La mayoría pensó que si evitaban el asesinato del Santo Padre el resto desaparecería. Pero no fue así.
― ¿Entonces el tercer secreto desvelaba el intento de asesinato de Juan Pablo II?
― Ese era el menor de los males. La progresión de hechos ha continuado y me temo que pese a la renuncia de Benedicto, nada la va a parar. El atentado de las torres gemelas, las catástrofes naturales, la pedofilia en el seno de la iglesia, la corrupción mundial, el desmoronamiento del capitalismo, los meteoritos y por último la llegada de Pedro el Romano.
― Pero… ¿la renuncia de Benedicto dónde encaja?
― Según el tercer secreto Benedicto morirá antes de un año asesinado a manos de Pedro el Romano, el que después se proclamará su sucesor. Renunciando a su cargo Benedicto obliga a adelantar el cónclave pudiendo controlar el proceso y a su posible reemplazo. Por otro lado, esto hace que se incumpla otra de las condiciones; que un asesino llegue a ser Papa.
― ¿Y si lo matan igualmente?
―Bueno, en teoría, mientras no haya fumata él sigue siendo el Papa y en cualquier caso, aunque renuncie y otro asuma el cargo, el seguirá siendo “un Papa “hasta su muerte.
― ¿Y qué se supone que va a ocurrir con Pedro el Romano?
―Primero, más catástrofes naturales y en particular un terremoto que arrasará Roma y el Vaticano. Luego, una terrible guerra de oriente contra occidente que dejará al mundo pendiente de un hilo.
―Contra el islam.
―No, en absoluto. Será China, el gigante dormido, quien se levantará en armas contra Estados Unidos y junto con ella Rusia e Irán. Se iniciará así la tercera guerra mundial. Los países tomarán partido dividendo nuestro mundo y sumergiéndonos en la peor guerra de nuestra historia.
― ¿Aún hay más?
― Lamentablemente sí. Por si todo esto no era suficiente, la ira de Dios terminará con nuestro planeta en el 2036, cuando Apophis, ese asteroide al que apenas prestamos atención, se estrelle contra nosotros. Nadie sobrevivirá al impacto.
Luis miraba a Paolo atónito. Si realmente creía en todo aquello ¿cómo podía estar tan tranquilo?
― ¿Cómo puedes estar tan…
―La visita ha terminado. Dijo el guardia acercándose a ellos.
―Porque sé que no se puede cambiar. ―Respondió él mientras se alejaba maniatado por el pasillo.
Luís llegó a casa pensativo. ¿Creía realmente todo lo acababa de oír?, ¿Sería capaz de escribir aquel libro? Sintió que sobre sus hombros habían depositado una gran responsabilidad y las consecuencias de hacer pública aquella información eran impredecibles. Las palabras de Paolo regresaron a su mente en forma de afilado cuchillo que difícilmente le dejarían dormir aquella noche“― ¿Está seguro de querer saber más? “ Se preparó un bol de ensalada y, sentado en su viejo chesterfield, encendió el televisor tratando de relajarse.
“El mundo ha enmudecido tras conocer las últimas noticias que nos llegan desde el Vaticano. Joseph Ratzinger ha aparecido muerto en sus dependencias a última hora de esta mañana. Las primeras investigaciones apuntan a un posible envenenamiento. Los gobiernos de todo el mundo se muestran consternados ante la noticia.”
Como en un acto reflejo Luis se incorporó de pronto, como en trance y, sin dudarlo, sacó su única y vivida maleta del armario de la entrada.
― ¿África?, ¿Sud América?, ¿Australia? ―Se preguntaba mientras iba amontonando su ropa fuera del armario.
Entonces, paró en seco, tomó aire y se sentó cabizbajo en la esquina de su cama.
― ¿A quién quiero engañar? No hay a donde ir. ―Exclamó para sus adentros. ―Si todo sigue su curso en breve el mundo se convertirá en un infierno.
Y nuevamente aquella maldita pregunta a la que debió responder que no, volvió a su mente “― ¿Está seguro de querer saber más? “
Abatido, Luis abrió el balcón, miro al cielo con tristeza y subiéndose a la barandilla exclamó:
― No, ¡no quiero saber nada más!
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Escuela de Vampiros
-Buenos días a todos y bienvenidos a la escuela Glóbulos rojos para vampiros. Dijo la profesora al entrar en aquella aula repleta de jóvenes e inexpertos secuaces.
Uno de los alumnos levantó la mano.
-¿Sí? Dígame señor Everet. -Respondió la profesora señalando al alumno.
-¿Es posible elegir el destino de las prácticas?
-No. Los destinos se conceden al azar. Sino todos querrían ir a Transilvania y la familia Drácula ya está a tope. ¿Alguna pregunta más?
Viendo el silencio de la sala la profesora Vera siguió con la lección.
-Empezaremos con la supervivencia. Todo vampiro debe saber cuáles son las normas básicas para seguir vivo. A continuación las enumeraré y las explicaré y luego, os pondré casos prácticos. Las principales normas son:
1. Los vampiros dormimos de día. La luz del sol nos quema y nos mata y por tanto, debemos tener un refugio donde guarecernos del sol mientras dormimos, plácidamente. Aún recuerdo el celebre caso de un estudiante de este centro que, tras una borrachera, confundió su ataúd con una maquina de rayos UVA. El final de esta historia no es difícil de imaginar. Sólo quedó un vampiro chamuscado.
2. Los vampiros no soportamos el ajo, es más, el ajo puede acabar con nuestra vida. Así que, hagan el favor de comprobar los ingredientes de los platos cuando vayan a un restaurante. No se pueden imaginar cuantos vampiros han muerto absurdamente tomando unas gambas al ajillo, o unas setas salteadas.
3. Los vampiros no soportamos ni las cruces, ni el agua bendita. Por tanto, si deciden entrar en una iglesia, recuerden que no es aconsejable santiguarse con el agua bendita de la pica bautismal y tampoco hace falta que comulguen. Guarden los cumplidos y el saber estar para otra ocasión. Hay unos cuantos colegas suyos tan eruditos, que llevan la forma de la cruz marcada en su frente de por vida, o el paladar achicharrado.
4. Los espejos. Cómo supongo saben, los vampiros no nos reflejamos en los espejos así que, es aconsejable no ponerse enfrente de ellos. En primer lugar, porque no queremos llamar la atención y en segundo lugar, porque nos pondríamos en peligro al descubrir nuestra naturaleza.
5. Recuerden, sí, son inmortales salvo si les clavan una estaca en el pecho; pero no hace falta hacer alarde de ello. Espero que este curso no me lleguen noticias del tipo de: “Un hombre se tira desde un puente de más de cinco metros de altura y sobrevive, milagrosamente, sin un rasguño tras ser arrollado por un camión” Se supone que debemos pasar desapercibidos, no dar la nota.
6. Por último, ningún vampiro puede matar a otro salvo que sea de mayor rango y lo desafíe para asumir el liderazgo del clan. Si eso se incumple, el vampiro culpable será proscrito, o condenado a muerte. Y les aviso, no sirve de nada decir aquello de “yo no quería, fue un accidente, el me clavo primero el colmillo...”
¿Tienen ustedes alguna pregunta?
-¿Y si un día le doy un beso a una chica y ha comido ajo? -Preguntó un chico al fondo de la sala.
Vera suspiró con resignación. Ya había empezado, como cada año, el ciclo de preguntas idiotas y absurdas.
-Limítese a confraternizar con los de su especie y no tendrá esos problemas.
-¿Y si alguien me rocía con agua bendita? Insistió el mismo muchacho.
-¡Señor Sean! ¡La gente no va por la calle rociando al personal con agua bendita!
Tras una pausa de un segundo, Vera dio paso a una muchacha que levantaba también la mano.
-Y digo yo... ¿todavía no han encontrado un remedio para lo de los espejos?
-¿Remedio?
-Sí, es que peinarse y maquillarse sin verse la cara es un poco jodido.
Visto lo absurdo de la pregunta, Vera contorneó la cabeza en señal de desaprobación y no se molestó ni en contestar. Entonces otra chica levantó la mano y preguntó:
-¿Y si nos disparan con una bala de plata?
-¡Las balas de plata sólo matan a los hombres lobo! Parece mentira que lleguen a la escuela sin haber adquirido los conocimientos más básicos. -Respondió Vera indignada.
-Bueno. Ahora voy a poneros casos prácticos y veremos si habéis entendido la lección.
Imaginemos que os invitan a comer a casa de vuestro jefe. De primero hay revuelto de ajos tiernos. ¿Qué hacéis?
Sin ni tan siquiera esperar a que la profesora le diera la palabra, un chico de la tercera fila se precipitó.
-Me lo podría en la boca, iría al baño y lo tiraría en la taza.
Vera se llevó las manos a la cara en señal de desesperación.
-Muy bien... un vampiro menos. Acaba usted de quemarse como mínimo la boca, la lengua y la garganta. Nunca, repito nunca, se pongan nada que pueda ser tóxico en la boca. La respuesta correcta sería declinar probar el plato, alegando alergia al ajo.
-¿Y si me lo pongo en el bolsillo de la chaqueta?
-¿Acaso tiene una mano a prueba de ajos? -Preguntó la mujer algo nerviosa.
Se hizo un tenso silencio y Vera prosiguió.
-Bien, vamos a por el segundo caso práctico. Estamos lejos de nuestra guarida y está a punto de amanecer. ¿Qué harían?
-Ponerme una visera y unas gafas de sol. -Contestó una de las chicas de la primera fila.
-¡Pero será animal! Ya tenemos otro vampiro menos y a este ritmo me quedo sola.
-¿Y si cojo un paraguas? -Insistió la chiquilla.
-¡¡¡¡Uuuffffff!!!!! -Dijo resoplando la profesora tratando de contenerse. -La respuesta correcta es buscar un sótano, un metro o algo similar y esperar a que anochezca. Creo que por hoy lo vamos a dejar aquí. Nos vemos mañana. -Dijo la mujer algo desesperada por la torpeza de sus alumnos.
A la mañana siguiente, Vera prosiguió con la lección.
-Buenos días a todos. Ayer terminamos el módulo de supervivencia y hoy vamos a hablar de la caza. Todos los vampiros debemos aprender a cazar para alimentarnos sin embargo, hay una serie de normas que debemos preservar para no salir perjudicados:
1. Nunca cazar en nuestro entorno cercano. En cuanto empiecen a darse casos de mordeduras de vampiro cerca de nuestra casa, o en nuestro círculo de amistades, podemos pasar a ser sospechosos. Os recuerdo que ante todo debemos pasar desapercibidos. Además, no es de muy buen gusto el ir por ahí mordiendo a los amigos y por otro lado, resulta algo engorroso quedarse sin portera o sin mujer de la limpieza. Es más práctico irse a cazar lejos de casa.
2. Las mordeduras deben ser limpias y en un lateral del cuello. Si mordemos la Aorta vamos a desangrar a la víctima inútilmente, además de mancharnos. Si queréis, al final de la clase podréis practicar con un maniquí.
De pronto, uno de los alumnos interrumpió.
-¿Y si mordemos en otra parte del cuerpo como un brazo, una pierna...?
-¿Sabe usted cuántos mordiscos son necesarios para obtener la suficiente sangre mordiendo una pierna? ¿Acaso quiere convertir a su víctima en un colador?
Una risotada generalizada sonó en el aula. Vera siguió con la clase.
3. Hay que tratar de no llevarse la cena a casa. Ya sé que es muy cómodo estar con pijama, tranquilamente en el sofá de casa y darle un bocado al invitado de turno pero... deben recordar que esto no es como el Telepizza. Al final, si la comida viene a casa, acabarán por pillarles.
4. Las reservas y la conservación. Hay que aprender a envasar raciones de sangre al vacío, para épocas de crisis. No todos los días somos capaces de cazar, pero necesitamos sangre a diario. De todas formas, si van a llevar invitados a casa traten de tener la sangre en una nevera independiente. Si algún invitado abre su nevera en busca de un refresco y se encuentra con tan anómalo arsenal, puede estallar el pánico. Aún me acuerdo del famoso caso de un vampiro que en Navidad, se le fue la olla y a falta de reservas para realizar su magnifico ponche de sangre y arándanos, decidió atracar el banco de donantes del Hospital Central. Salió hasta en vampiro 5 TV “Vampiro con síndrome a abstinencia asalta el Hospital en busca de sangre”
-¿Alguna pregunta?
Se hizo el silencio.
-Bien, viendo que no hay preguntas pasaremos al caso práctico. Imagínense que están desesperados y muertos de hambre y no encuentran caza, ni tienen reservas. ¿Qué harían?
Un chico levantó tímidamente la mano.
-¿Vaciar el cubo de las compresas y tampax de un baño público?
-¡¡¡Dios Santo!!! -Exclamó al profesora con expresión de asco y sobrepasada por aquella respuesta.
-¿Morder a un perro, a un gato, a una rata...? -Contestó otra alumna.
-¿Y si me corto la venas y chupo de mi sangre? -Añadió otro chico.
-¡¡¡¡Basta!!!! ¿Es que os habéis propuesto batir el récord de tonterías por minuto?
Agotada y acalorada Vera se sentó un minuto y tomó aire.
-Sinceramente, ¿A nadie se le ha ocurrido la opción de pedir prestada sangre a un compañero?, ¿No era más fácil que todas las barbaridades que han dicho?
Todos se miraron sorprendidos por aquella respuesta.
-Último tema. Apuntó Vera extenuada por aquella clase. Vamos a hablar de la etiqueta. Verán señores, somos vampiros, no payasos, drag queens o transformistas. Yo recomiendo ir vestido como el resto de los mortales. Esa es la mejor forma de pasar desapercibidos. No hace falta pintarse los ojos de negro, ni ponerse lentillas rojas, ni enfundarse en un smoking con capa negra y roja, ni engominarse el pelo al estilo de Boris Karloff. Por cierto, antes de acabar la clase, un último consejo. Recuerden una cosa, los vampiros no vuelan, sólo vuelan los murciélagos. Si todavía no saben convertirse en murciélago, no traten de volar. Lo digo porque cada año tenemos que desincrustar del jardín a algún energúmeno que ha decidido hacer prácticas de vuelo ataviado con una capa a lo Superman desde el terrado de la escuela. Ah! Y otra cosa más. Están terminantemente prohibidas las novatadas. Nada de cambiar las bolsas de sangre de la cocina por tinte rojo, nada de estacas falsas, o de llenar las habitaciones de cruces. ¿Queda claro?
-Buenos días. Contestaron todos a coro.
- Están ustedes en la clase de formación básica. Durante este cursillo profundizaremos en tres módulos básicos. El primero lo destinaremos a la supervivencia, el segundo a la caza y el tercero, pero no menos importante, a la etiqueta y el saber estar. Para tener el título oficial de vampiro hay que superar cada uno de estos módulos y las correspondientes prácticas. ¿Alguna duda?
Uno de los alumnos levantó la mano.
-¿Sí? Dígame señor Everet. -Respondió la profesora señalando al alumno.
-¿Es posible elegir el destino de las prácticas?
-No. Los destinos se conceden al azar. Sino todos querrían ir a Transilvania y la familia Drácula ya está a tope. ¿Alguna pregunta más?
Viendo el silencio de la sala la profesora Vera siguió con la lección.
-Empezaremos con la supervivencia. Todo vampiro debe saber cuáles son las normas básicas para seguir vivo. A continuación las enumeraré y las explicaré y luego, os pondré casos prácticos. Las principales normas son:
1. Los vampiros dormimos de día. La luz del sol nos quema y nos mata y por tanto, debemos tener un refugio donde guarecernos del sol mientras dormimos, plácidamente. Aún recuerdo el celebre caso de un estudiante de este centro que, tras una borrachera, confundió su ataúd con una maquina de rayos UVA. El final de esta historia no es difícil de imaginar. Sólo quedó un vampiro chamuscado.
2. Los vampiros no soportamos el ajo, es más, el ajo puede acabar con nuestra vida. Así que, hagan el favor de comprobar los ingredientes de los platos cuando vayan a un restaurante. No se pueden imaginar cuantos vampiros han muerto absurdamente tomando unas gambas al ajillo, o unas setas salteadas.
3. Los vampiros no soportamos ni las cruces, ni el agua bendita. Por tanto, si deciden entrar en una iglesia, recuerden que no es aconsejable santiguarse con el agua bendita de la pica bautismal y tampoco hace falta que comulguen. Guarden los cumplidos y el saber estar para otra ocasión. Hay unos cuantos colegas suyos tan eruditos, que llevan la forma de la cruz marcada en su frente de por vida, o el paladar achicharrado.
4. Los espejos. Cómo supongo saben, los vampiros no nos reflejamos en los espejos así que, es aconsejable no ponerse enfrente de ellos. En primer lugar, porque no queremos llamar la atención y en segundo lugar, porque nos pondríamos en peligro al descubrir nuestra naturaleza.
5. Recuerden, sí, son inmortales salvo si les clavan una estaca en el pecho; pero no hace falta hacer alarde de ello. Espero que este curso no me lleguen noticias del tipo de: “Un hombre se tira desde un puente de más de cinco metros de altura y sobrevive, milagrosamente, sin un rasguño tras ser arrollado por un camión” Se supone que debemos pasar desapercibidos, no dar la nota.
6. Por último, ningún vampiro puede matar a otro salvo que sea de mayor rango y lo desafíe para asumir el liderazgo del clan. Si eso se incumple, el vampiro culpable será proscrito, o condenado a muerte. Y les aviso, no sirve de nada decir aquello de “yo no quería, fue un accidente, el me clavo primero el colmillo...”
¿Tienen ustedes alguna pregunta?
-¿Y si un día le doy un beso a una chica y ha comido ajo? -Preguntó un chico al fondo de la sala.
Vera suspiró con resignación. Ya había empezado, como cada año, el ciclo de preguntas idiotas y absurdas.
-Limítese a confraternizar con los de su especie y no tendrá esos problemas.
-¿Y si alguien me rocía con agua bendita? Insistió el mismo muchacho.
-¡Señor Sean! ¡La gente no va por la calle rociando al personal con agua bendita!
Tras una pausa de un segundo, Vera dio paso a una muchacha que levantaba también la mano.
-Y digo yo... ¿todavía no han encontrado un remedio para lo de los espejos?
-¿Remedio?
-Sí, es que peinarse y maquillarse sin verse la cara es un poco jodido.
Visto lo absurdo de la pregunta, Vera contorneó la cabeza en señal de desaprobación y no se molestó ni en contestar. Entonces otra chica levantó la mano y preguntó:
-¿Y si nos disparan con una bala de plata?
-¡Las balas de plata sólo matan a los hombres lobo! Parece mentira que lleguen a la escuela sin haber adquirido los conocimientos más básicos. -Respondió Vera indignada.
-Bueno. Ahora voy a poneros casos prácticos y veremos si habéis entendido la lección.
Imaginemos que os invitan a comer a casa de vuestro jefe. De primero hay revuelto de ajos tiernos. ¿Qué hacéis?
Sin ni tan siquiera esperar a que la profesora le diera la palabra, un chico de la tercera fila se precipitó.
-Me lo podría en la boca, iría al baño y lo tiraría en la taza.
Vera se llevó las manos a la cara en señal de desesperación.
-Muy bien... un vampiro menos. Acaba usted de quemarse como mínimo la boca, la lengua y la garganta. Nunca, repito nunca, se pongan nada que pueda ser tóxico en la boca. La respuesta correcta sería declinar probar el plato, alegando alergia al ajo.
-¿Y si me lo pongo en el bolsillo de la chaqueta?
-¿Acaso tiene una mano a prueba de ajos? -Preguntó la mujer algo nerviosa.
Se hizo un tenso silencio y Vera prosiguió.
-Bien, vamos a por el segundo caso práctico. Estamos lejos de nuestra guarida y está a punto de amanecer. ¿Qué harían?
-Ponerme una visera y unas gafas de sol. -Contestó una de las chicas de la primera fila.
-¡Pero será animal! Ya tenemos otro vampiro menos y a este ritmo me quedo sola.
-¿Y si cojo un paraguas? -Insistió la chiquilla.
-¡¡¡¡Uuuffffff!!!!! -Dijo resoplando la profesora tratando de contenerse. -La respuesta correcta es buscar un sótano, un metro o algo similar y esperar a que anochezca. Creo que por hoy lo vamos a dejar aquí. Nos vemos mañana. -Dijo la mujer algo desesperada por la torpeza de sus alumnos.
A la mañana siguiente, Vera prosiguió con la lección.
-Buenos días a todos. Ayer terminamos el módulo de supervivencia y hoy vamos a hablar de la caza. Todos los vampiros debemos aprender a cazar para alimentarnos sin embargo, hay una serie de normas que debemos preservar para no salir perjudicados:
1. Nunca cazar en nuestro entorno cercano. En cuanto empiecen a darse casos de mordeduras de vampiro cerca de nuestra casa, o en nuestro círculo de amistades, podemos pasar a ser sospechosos. Os recuerdo que ante todo debemos pasar desapercibidos. Además, no es de muy buen gusto el ir por ahí mordiendo a los amigos y por otro lado, resulta algo engorroso quedarse sin portera o sin mujer de la limpieza. Es más práctico irse a cazar lejos de casa.
2. Las mordeduras deben ser limpias y en un lateral del cuello. Si mordemos la Aorta vamos a desangrar a la víctima inútilmente, además de mancharnos. Si queréis, al final de la clase podréis practicar con un maniquí.
De pronto, uno de los alumnos interrumpió.
-¿Y si mordemos en otra parte del cuerpo como un brazo, una pierna...?
-¿Sabe usted cuántos mordiscos son necesarios para obtener la suficiente sangre mordiendo una pierna? ¿Acaso quiere convertir a su víctima en un colador?
Una risotada generalizada sonó en el aula. Vera siguió con la clase.
3. Hay que tratar de no llevarse la cena a casa. Ya sé que es muy cómodo estar con pijama, tranquilamente en el sofá de casa y darle un bocado al invitado de turno pero... deben recordar que esto no es como el Telepizza. Al final, si la comida viene a casa, acabarán por pillarles.
4. Las reservas y la conservación. Hay que aprender a envasar raciones de sangre al vacío, para épocas de crisis. No todos los días somos capaces de cazar, pero necesitamos sangre a diario. De todas formas, si van a llevar invitados a casa traten de tener la sangre en una nevera independiente. Si algún invitado abre su nevera en busca de un refresco y se encuentra con tan anómalo arsenal, puede estallar el pánico. Aún me acuerdo del famoso caso de un vampiro que en Navidad, se le fue la olla y a falta de reservas para realizar su magnifico ponche de sangre y arándanos, decidió atracar el banco de donantes del Hospital Central. Salió hasta en vampiro 5 TV “Vampiro con síndrome a abstinencia asalta el Hospital en busca de sangre”
-¿Alguna pregunta?
Se hizo el silencio.
-Bien, viendo que no hay preguntas pasaremos al caso práctico. Imagínense que están desesperados y muertos de hambre y no encuentran caza, ni tienen reservas. ¿Qué harían?
Un chico levantó tímidamente la mano.
-¿Vaciar el cubo de las compresas y tampax de un baño público?
-¡¡¡Dios Santo!!! -Exclamó al profesora con expresión de asco y sobrepasada por aquella respuesta.
-¿Morder a un perro, a un gato, a una rata...? -Contestó otra alumna.
-¿Y si me corto la venas y chupo de mi sangre? -Añadió otro chico.
-¡¡¡¡Basta!!!! ¿Es que os habéis propuesto batir el récord de tonterías por minuto?
Agotada y acalorada Vera se sentó un minuto y tomó aire.
-Sinceramente, ¿A nadie se le ha ocurrido la opción de pedir prestada sangre a un compañero?, ¿No era más fácil que todas las barbaridades que han dicho?
Todos se miraron sorprendidos por aquella respuesta.
-Último tema. Apuntó Vera extenuada por aquella clase. Vamos a hablar de la etiqueta. Verán señores, somos vampiros, no payasos, drag queens o transformistas. Yo recomiendo ir vestido como el resto de los mortales. Esa es la mejor forma de pasar desapercibidos. No hace falta pintarse los ojos de negro, ni ponerse lentillas rojas, ni enfundarse en un smoking con capa negra y roja, ni engominarse el pelo al estilo de Boris Karloff. Por cierto, antes de acabar la clase, un último consejo. Recuerden una cosa, los vampiros no vuelan, sólo vuelan los murciélagos. Si todavía no saben convertirse en murciélago, no traten de volar. Lo digo porque cada año tenemos que desincrustar del jardín a algún energúmeno que ha decidido hacer prácticas de vuelo ataviado con una capa a lo Superman desde el terrado de la escuela. Ah! Y otra cosa más. Están terminantemente prohibidas las novatadas. Nada de cambiar las bolsas de sangre de la cocina por tinte rojo, nada de estacas falsas, o de llenar las habitaciones de cruces. ¿Queda claro?
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