22 abr 2010 | By: Laura Falcó Lara

Siempre



Sabía que le quedaba poco tiempo, aquel cáncer era como la carcoma, la iba royendo por dentro lenta, pero inexorablemente. El dolor, a veces insoportable, era lo de menos, lo peor era saber todo lo que dejaba atrás. Empezó a pensar en el dolor ajeno, en sus hijos, en su marido, en su hermano, en su madre. ¿No había suficiente con su propio dolor?¿Qué habían hecho para merecer tanta saña? Aquello se le antojaba tan cruel. Luego, trató de serenarse. Andrés acabaría por rehacer su vida, aún era joven y se había convertido en un cuarentón bastante atractivo. En cambio, Beatriz la iba a echar mucho de menos, estaba en aquella edad en que las niñas necesitan de su madre. Sin embargo, sabía que su abuela haría las veces de madre y se volcaría con ella. Álvaro era muy pequeño y aunque lo pasaría muy mal al principio, luego apenas se acordaría de ella. Aquella idea la atormentaba. Pensar que su niño no recordaría su cara, sus besos, sus abrazos, sus cuentos junto a la cama...aquello sí que realmente la estaba matando. Las lagrimas rodaban por sus mejillas sin control y un terrible nudo cerraba la boca de su estómago. ¿Cuántas cosas iba a perderse? No vería el primer amor de Beatriz, ni el primer desengaño, tampoco vería a su niño afeitándose por primera vez. Se perdería sus años universitarios, sus caras al estrenar su primer coche, se perdería la boda de Beatriz...¿Cómo iba a casarse su hija sin tener a su madre cerca para ayudarla con todo? Seguro que estaría preciosa de blanco.¿Quién la ayudaría a vestirse? ¿Y quién iba a acompañar a Álvaro al altar?

Mientras pensaba, Sandra se tumbó sobre la cama de su pequeño. La almohada olía a él. Era un olor inolvidable. Sandra la apresó con todas sus fuerzas, tratando de empaparse de su aroma para retenerlo por siempre en su memoria y rompió a llorar de nuevo. ¿Existiría la memoria allí donde quiera que fuese el alma?, ¿Se olvidaría ella también de todos? De pronto, tras de sí, una voz que no había vuelto a oír desde que era niña le susurró al oído:

-¡Jamás!

Sandra se giró en seco y vio la figura desdibujada de su padre, muerto hacía quince años, que la observaba atentamente desde la pared.

-Un padre no olvida jamás a sus hijos.
-¡Papá! Exclamó Sandra incapaz de moverse.
-¿Acaso crees que me he perdido algo de tu vida o de la de tu hermano? He vivido cada momento a vuestro lado. He llorado con vosotros y he sido feliz cuando vosotros lo habéis sido.
-Pero...
-El cuerpo muere, pero el alma, el sentimiento no. El corazón perdura al lado de aquellos a quien amas por siempre.
-¿Sabes cuántas veces te necesité, en cuántas ocasiones te eché en falta? Dijo Sandra deshecha por la emoción. No quiero que mis niños crezcan con esa sensación de vacío con la que yo crecí.
-Dime Sandra, ¿Lloras por ellos, o lloras por ti?
-¿Cómo?
-Cuando alguien que quieres muere, no lloras por él. El está muerto y ya, ni siente ni padece. Llorás por ti, por no volverle a ver. Cuando eres tú el que mueres, tampoco lloras por los demás, ellos siguen vivos y seguro que, pasado el momento inicial, estarán bien. Lloras por lo que dejas atrás, por lo que te vas a perder, por no volver a ver a los que quieres.
-Nunca lo había visto así y supongo que tienes razón.
-¿Entonces? Deja de compadecerte y busca la forma de apaciguar su dolor, de hacer más fácil tu ausencia. Busca el modo de que nunca te olviden. Sé que sabrás como hacerlo.

En ese instante la figura de su padre desapareció dejando tras de sí un agradable olor a rosas. Reconfortada y con una fuerza de la que no se creía capaz, Sandra se levantó, abrió la cómoda de su cuarto y sacó un folio en blanco.

Pasaron cuatro largos meses y Sandra desgraciadamente, murió. El funeral, a diferencia de otros muchos, fue un acto emotivo pero alegre, distendido. Sandra se había ocupado de que fuese así.

-Nada de misas tristes y vestidos negros. La vida sigue y quiero que seáis felices. Dijo antes de morir.

La vida debía seguir y pese a la ausencia y al dolor, todos volvieron a su rutina. A la semana siguiente de la muerte de Sandra llegó una sobre certificado, un sobre escrito por la misma Sandra. Dentro, una carta. Andrés abrió la carta y leyó en voz alta:


Hola a todos,

Hoy hace tan sólo una semana que me fui y ya os echo mucho de menos. Como podéis comprobar, estoy cumpliendo rigurosamente mi promesa. Sigo aquí, a vuestro lado y siempre lo voy a estar. Casi no os vais a dar cuenta de que me fui.

Cada mes, durante los próximos veinticinco años recibiréis una carta mía, cartas que he ido escribiendo durante estos cuatro últimos meses. Cartas que he dejado depositadas para que os sean enviadas en orden una vez al mes. En ellas, prometo hablaros de todo, como siempre lo he hecho y compartir con vosotros consejos y reflexiones que os puedan ayudar a crecer. En ellas también os llegarán fotos, alguna de las cuales quizás ni recordéis y otras que he ido haciendo a escondidas durante este tiempo. Por otra parte, he creado un apartado de correos donde espero que vosotros me escribáis. Quiero saberlo todo, quiero que me mandéis fotos vuestras y, cuando llegue el momento, de vuestros maridos, esposas e hijos. Respecto a ti, Andrés, espero que rehagas tu vida y encuentres a una mujer que te haga feliz. Mándame, cuando eso ocurra, también su foto. Me encantará saber cómo es.

Siempre, aunque no me veáis, voy a estar a vuestro lado, por experiencia, os lo puedo asegurar. Sólo os pido una cosa, por favor, no me olvidéis. Yo no podría olvidaros aunque pasasen mil años.

Os quiero muchísimo,

Mamá.

10 comentarios:

Jose dijo...

Hola Laura...EN facebook ya he puesto un ás que evidente "me gusta", pero he preferido decirte por aquí que me ha encantado la decisión de Sandra.
Salvo que te parezca mal, que imagino que no, pensaba poner un post en mi blog haciendo referencia al tuyo. Ya veo que tienes muchas visitas, pero creo que merece la pena que lo conozca más gente.
Hasta la próxima.

Laura Falcó Lara dijo...

Hola Jose,

Será un placer que pongas un post en tu blog. Un abrazo y gracias por tu comentario.

AUGUSTO ZORRILLA dijo...

SE ME HIZO UN NUDO EN LA GARGANTA AL LEER LA CARTA POR SU TIERNO CONTENIDO Y AVIESO A LA VEZ POR LA NATURAL NEGACIÓN DEL TRÁNSITO A LA MUERTE. NO OBSTANTE, LA VIDA ES PASAJERA Y PENSÉ EN QUE DEBEMOS ESTAR PREPARADOS PARA ELLO: QUIZÁ UN AENFERMEDAD LARGA A PESAR DE LA AGONÍA SEA LA MEJOR PANERA PARA DEJAR TODO EN REGLA PUES LAS MUERTES SÚBITAS NOS DEJAN CON UN SINO O UNA INMENSA INTERROGANTE EN EL EPITAFIO DE LA VIDA DE QUIEN PARTIÓ.

UN ABRAZO LAURA.

Marybel dijo...

Laura...
hermoso relato, me emociono hasta las lagrimas, el 16 de este mes se cumplieron dos años de la muerte de mi hermano, de cáncer, al igual q la protagonista de tu historia... leer esto ha sido un lindo regalo, creo q lo compartiré con el resto de mi familia... muchísimas gracias...

Anónimo dijo...

como todo lo qe escribes, maravillosos!!!!!nunca dejas de sorprenderme gratamente, todos tus relatsos son tan...especiales, trasmiten algo, miedo, duda, ternura, tristeza, en fin sigue asi, yo como siempre te seguire leyendo.

Laura Falcó Lara dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios

Laura dijo...

Maravillosas letras!
Te dejo un cariño

Laura

Anónimo dijo...

Que bonito, Laura, me ha emocionado.

Laura Falcó Lara dijo...

Gracias a todos, vuestras palabras son las que me empujan a seguir escribiendo.

Peter Mathius dijo...

Láura... Impresionante Relato... "Cargado de Grandes Sentimientos Muy Humanos"... Con esto me estás demostrando que debes ser una persona "Pura De Alma" y "Muy Humana", a la Par de "Bella, Inteligente, y Preciosa Mujer", sigue así me llegó a lo más profundo de mi Corazón... Muacks :)

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